EL FÚTBOL NO EXPULSA AL RACISMO
Muchos son los episodios de racismo hacia los jugadores los que se han producido en el mundo del futbol en España, Portugal e Italia, y ante estos episodios se echa de menos una actuación contundente por parte de las instituciones que acaben de una vez por todas con estos episodios.
Moussa Marega, delantero, de 28 años, franco-maliense, decidió marcharse del campo.
Compañeros y rivales, algunos también de raza negra, trataron de convencerlo por todos los medios de que no se fuera. Lo sujetaron, lo agarraron, el portero de su equipo, se llevó las manos a la sien como gesto de no entender su actitud, el entrenador se apresuró a pedir el cambio para no quedarse con 10... Todos se emplearon a fondo con la intención de que el encuentro continuara, con o sin Marega, pero nadie en ese instante se solidarizó con él ni propuso medidas de fuerza, como abandonar el terreno de juego o no disputar un minuto más mientras hubiera insultos. La prioridad fue el choque, que había que acabarlo a toda costa, y no el jugador agredido. Sin embargo, el empeño del resto no torció la voluntad del delantero, que enfiló los vestuarios dedicando peinetas a la grada.
Después de todo lo sucedido el jugador dedicó en sus redes sociales una frase, que definió a la perfección el trato que había recibido no solo por parte de quienes lo insultaron sino también de los responsables del campo: “Agradezco también a los árbitros que me hayan mostrado amarilla por defender mi color de piel”.
En mi opinión creo que las instituciones responsables deberían hacerse cargo de estas situaciones y poner límites, ya que debemos practicar con el ejemplo, y si ponemos límites a estas actuaciones de una forma tajante y en vista de todos, también podremos acabar con el racismo en la calle.
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